Qué ver en San Sebastian, la gran joya urbana de Euskadi
La pregunta más allá de
qué ver en San Sebastián debería ser: ¿qué tiene San Sebastián para enamorar a todo el que va? Basta preguntar a lo largo de la geografía española para encontrar el sueño compartido de retirarse junto al paseo de La Concha. Una capital relativamente pequeña, con menos de 200.000 habitantes y una de las atmósferas más pacíficas y agradables de toda la costa peninsular. Aunque seguramente lo mejor sea olvidarse del mapa y perder la mirada en el horizonte desde el monte Igueldo, estos son algunos de los puntos emblemáticos que se pueden visitar en apenas unas horas de paseo por sus calles.
La playa de La Concha
Los más de 2 kilómetros de paseo que bordean la playa de La Concha y su colindante Ondarreta son
razón más que suficiente para hacer una parada en Donostia. En su día ya dediqué
un artículo a este tesoro que tiene la ciudad: su escaparate al mar color turquesa. Reconocida en multitud de listas como una de las mejores playas urbanas de la península y de Europa, está además recogida desde 2007 entre los '
12 tesoros de España' tras una encuesta realizada por Antena 3 y la cadena COPE. Títulos aparte, basta contemplar la vida a su alrededor para entender la importancia que tiene para San Sebastián.
El monte Urgull y el Castillo de la Mota
La bahía tras la que se expande la ciudad está custodiada por
los montes de Urgull e Igueldo, que han inspirado canciones y literatura, y que forman el inconfundible perfil de la ciudad. En lo alto del primero se sitúa
el Castillo de la Mota, cuya construcción se remonta al siglo XII y que actualmente hace las veces de museo de historia. Enclave ideal para repasar la trayectoria de Donostia a lo largo de los años mediante grabados, fotografías y vídeos.
El Peine del viento
Situado justo al final del paseo que bordea toda la bahía de La Concha es, seguramente,
la obra más representativa del escultor Eduardo Chillida en su ciudad natal. Desde 1976 estas tres esculturas de acero incrustadas en la roca dirigen la vista hacia el horizonte del mar Cantábrico y peinan, como su nombre indica, el incansable y enbravecido viento del norte. Un lugar elegido por muchos para leer, descansar, o simplemente relajarse con la mirada puesta en el infinito. Es una de las fotos de rigor de cualquier visita turística, y un hervidero de visitantes en los días festivos.
El ayuntamiento
En el extremo opuesto de la bahía aparece un edificio que es el símbolo más representativo de la llamada '
belle époque' en la ciudad, un periodo histórico en el que San Sebastián vivió su gran auge. Se convirtió en 1947 en casa consistorial, aunque se inauguró como gran casino en 1893. Precediendo a su fachad
a florecen los jardines Alderdi Eder y la característica forma del centenar de tamarindos que lo componen. Otro de los lugares de esparcimiento claves en Donosti.
El Kursaal
Los amantes de la arquitectura clásica probablemente lo encuentren como una gran caja gris, pero este Palacio de Congresos y auditorio forma parte de la riqueza cultural donostiarra y fue reconocido en 2001 con el premio
Mies van der Rohe al
mejor edificio de Europa. Su diseño vanguardista cobra especial interés al iluminarse por la noche, y su oferta de eventos musicales, teatrales y cinematográficos no cesa en todo el año.
La Plaza de la constitución
Es el corazón de la
parte vieja de la ciudad, escenario privilegiado de
la tamborrada y punto de paso en cualquier
ruta de pintxos por la ciudad (actividad ineludible). Un lugar lleno de vida y terrazas, rodeado por más de 50 arcos y en cuyo edificio principal se alojó el ayuntamiento hasta 1940. El puerto al oeste, Zurriola al este y el Monte Urgull al norte, hacen que sea una parada perfecta para reubicarse..
El Monte Igueldo
Cabe poca duda respecto a que las mejores vistas de San Sebastián se contemplan desde lo alto del
Monte Igueldo. Subiendo en su vetusto y mítico funicular, el más antiguo de Euskadi, se llega a un mirador y un parque de atracciones que deja la bahía de la concha bajo los pies. Una 'mini' montaña rusa a baja velocidad y el Torreón de Igueldo, que en su día sirvió de faro, permiten perder la mirada hacia la escarpada costa guipuzcoana.
El Palacio de Miramar
En primera línea de la playa de La Concha se levanta este palacete construido por la casa real española en 1893. Dicen que la reina María Cristina era una enamorada de esta ciudad, y de hecho fue quien encargó la construcción del palacio para que la realeza tuviera una casa de campo y de veraneo en Donostia. Diseñado por el arquitecto inglés Selden Wornum, el edificio tiene un marcado estilo británico; y unas vistas exclusivas de la bahía. La zona de cesped junto a su fachada es uno de los lugares idílicos junto al paseo para pasar una tarde de verano.
La Catedral
La imponente torre aguja neogótica de la Catedral del buen pastor, con sus 75 metros, es quizás el símbolo más característico que sobresale por encima de los edificios de la ciudad. Cuentan que el arquitecto, Echave, se inspiró en la catedral alemana de Colonia para su proyecto, que, como la gran mayoría de monumentos de San Sebastían, se erigió a finales del siglo XIX; época dorada de la ciudad bajo reinado de María Cristina. Hoy en día, situada al final de una de las calles comerciales de mayor importancia, Loiola, sigue siendo una de las construcciones más imponentes de la capital.
La playa de Zurriola
Por último, aunque eclipsada por la fama mundial de la bahía de La Concha, no se debe olvidar la otra playa que tiene San Sebastián. Al este de la ciudad aparece Zurriola, un enclave con un ambiente totalmente diferente y alternativo. Un
punto frecuentemente visitado por surfistas, que acuden a aprovechar su incansable oleaje; no hay que olvidar que seguramente las costas de
Euskadi son el lugar con más tradición en este deporte de todo el panorama nacional. Además, la posibilidad de ver la puesta de sol tras el monte Urgull ya merece una visita a la playa.
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