El Vega Life: 'En Sardina uno aprende a relajarse y a valorar lo bonita que es la vida'
ENTREVISTA | Más allá de las playas turísticas que son portada de revistas de viaje, Gran Canaria tiene otros paraísos en miniatura. Sardina, en el norte, es uno de ellos, y El Vega Life, o Adrían, lo sabe bien. Hace 3 años que eligió este rinconcito de Gáldar para asentarse y componer sus canciones. Su música ya traspasa las fronteras de las islas, y lo hace transmitiendo el espíritu de esta playa, de Canarias y del eterno verano que se vive en muchas de sus costas.En 'La Cueva', bar emblématico junto a la cala, me recibe para compartir un almuerzo con los que dice son 'los mejores calamares del mundo'. A sus 26 años el éxito cosechado en las islas, y que empieza también a cosechar en actuaciones en la península, no le ha quitado un ápice de esa cercanía tan canaria, tan del norte de las islas. Es el máximo exponente de lo que él mismo bautizó como la 'rumbita canaria', y son esos tonos y letras que casi siempre tienen que ver con la playa y el mar lo que lo hacen, quizás, una de las personas más adecuadas para hablar sobre esta cala y este pequeño pueblo costero.
Sardina significa la casa, la cocina… es el lugar donde
escribo las canciones y donde he vivido montones de experiencias sentimentales
bastante bonitas. Creo que es por el sitio, por la belleza que tiene… los
atardeceres, el mar la playa, el romanticismo de la poca gente.
He visto además que en muchos videoclips sale la playa o esta zona…
Todos los videoclips son aquí, todos son de dos o tres
kilómetros alrededor. Todos tienen una imagen de aquí de Sardina, y tiene mucho
que ver con las canciones, porque muchas veces lo que me da inspiración para yo
escribir la poesía o la letra son cosas que yo estoy viendo en ese mismo
momento, y sentimientos que estoy sintiendo en ese momento. Todas las
canciones se quedan con la energía del entorno.
Exacto, tienes intimidad, tienes libertad… incluso, en este
sitio, uno aprende a relajarse y a valorar lo bonita que es la vida.
Pues, pese a que mucha gente diga que algo que funciona en
Canarias es probable que no funcione allá, al final los canarios caemos
simpáticos en todos lados. Yo creo para muchas cosas es un punto extra, el ser
como somos... que no se cómo somos pero somos canarios (risas).
Hay gente que dice que va a tus conciertos solo por lo bien que se lo pasa
y por el vacilón que tienes en el escenario…. ¿eres el nuevo Arístides
Moreno?
(Risas) Eso es un honor, es un honor que me comparen con
alguien tan guay como Arístides Moreno que además es de Gáldar, es de aquí. Si,
los conciertos son muy amistosos… hacemos un “Ivo, ivo, ivo abrazo colectivo”,
y no hace falta insistir, pegas a abrazar al grupo y los demás se empiezan a
abrazar. Es un momento muy mágico, muy cercano, muy familiar.
Tu mismo defines tu música como ‘rumbita canaria’ ¿hubiera sido posible
hacer esta música en otro entrono?
No, no. No porque me da que es lo que diferencia a la
rumbita canaria de las demás rumbas es que tiene el toquito playero, y los
tonitos alegres. La sucesión de tonos alegres, muy veraniega, como siempre
estamos aquí.
¿Sardina y tu música son solo para disfrutar en verano?
Yo creo que es música para disfrutar cuando el corazón te lo
pida, porque en invierno a veces el corazón nos pide verano; entonces tiramos
de lo que sea. Tiramos de una Tropical aunque haga frio, tiramos de playa
aunque esté nevando… tiramos de rumbita canaria (risas).
Aquí en Sardina, si no me equivoco, has dado algún concierto ¿Cómo es la
sensación de tocar en el mismo sitio que te inspira para las canciones?
Aquí y en Agaete, que en Agaete también he escrito canciones
y… uno no lo piensa en el momento pero, ahora que lo dices, lo pienso y es como dar a
luz. Es algo que llevas dentro, que no sabes que forma tiene, y al final das un
concierto y ves que forma tiene en la expresión de la gente.
Aquí las playas que se conocen son Maspalomas, playa del inglés… las que
están en los folletos turísticos ¿por qué alguien debería aunque fuera un día
venirse a Sardina?
Porque yo, y creo mucha gente, soy partidario de que si
sales a conocer cultura no conviene mucho ir a una zona que está ambientada solo para que el turista se lo pase bien y se sienta como en casa. Y en el norte de las
islas, yo creo que en todas, encuentras lo real, lo auténtico.
¿Podrías vivir en un sitio sin mar? ¿Sería posible tu música sin mar?
Imposible, nada hubiera pasado. Somos todo lo que hemos
vivido y estoy muy contento de haber vivido en la playa, y se que lo que quiero
es seguir viviendo en la playa.
Porque pese a que todas las islas sean muy diferentes las
personas que viven en Lanzarote, La Palma, La Gomera, El Hierro o La Graciosa
somos muy parecidos anímicamente: muy cerecanos, gente de pueblo. Por eso la música no deja de ser algo solo para los grancanarios sino para todos los
canarios, porque aunque existan las rivalidades entre todos nos queremos un
montón.
Yo me acuerdo de una vez… me acaba de venir un ‘flashback’
(risas). Me acuerdo de estar cantando frente al espejo una canción de Eminem,
un temazo de cojones, y yo cogí un rotulador y me puse a rapear. En ese momento
sentí una adrenalina guapa, pero yo nunca tuve el sueño de eso. No me imaginaba
que algún día podía dedicarme a la música, pero si que desde los 15 años ya estaba sintiendo que era mi forma para soltar mis sentimientos y sentirme
realizado.
¿Te esperabas cuando empezaste el éxito que ha tenido la ‘rumbita canaria’?
Me lo esperaba. Y ha sido lento, tiene que ser más rápido
todavía. Además creo que lo mejor está por llegar. Confío mucho en todo esto.
Puedo estructurarla en cuatro generaciones. La primera es
música para enamorar a las pivas (risas)… la siguiente me cogió en la edad del
pavo y es música reivindicativa, rap hablando de marihuana, en contra de la
policía. Cuadra con la edad. A partir de ahí me metí a escribir cosas más lentas y, en
esa etapa, como empecé a dar conciertos, pues transformé todas las canciones en
rumba que es lo que anima los conciertos. Y ahora estoy en una etapa más
abierta, más latina quizás, mas colombiana, venezolana… en lo que al folklore
de allá se refiere.
(risas). Concierto donde vamos allá en la península: mínimo
dos banderas con las siete estrellas. Y es que los colores de la juventud
canaria son esos. No se por qué, en verdad el significado de esa bandera es de
independencia, pero quitando eso ¡es que esa bandera es bonita! A mi me
representa esa.
A quien escuche tu música le puede parecer que todo es felicidad… ¿está
Adrián, está El Vega Life siempre contento?
Fijate tú, me afectan mucho las cosas. Si es verdad que de
media tengo un 90% de minutos y de días con autoestima bien alta. Pero si es
verdad que hay un 10% que me afecta un montón, pienso mucho las cosas, pero no
dejan de ser como un gimnasio que me ayuda a ser más fuerte. Tengo mis bajonas, pero cada vez más las veo como algo perfecto para conocerme más a mi mismo,
aprender y tener un futuro más prospero.
Montaña amarilla, en La Graciosa… ese es. El día que me case
será en Montaña amarilla. Y en Gran Canaria; Sardina, toda la vida.
¿Qué tiene La Graciosa?
La pureza, el sentir la energía de la tierra en su máximo
esplendor. La vida como la tierra misma, el hecho de caminar descalzo y, yo no
se si es verdad, pero el recibir la energía de ese punto caliente de las islas
en tus pies. Anímicamente, emocionalmente, avanzas más rápido. Porque estas
conectado con la tierra, y allí hay buena cobertura.
Se va a encontrar… si se la encuentra es porque esa persona
lo ha querido y se lo ha pedido al mundo. Y si esa persona quiere estar más
feliz me encontrará a mi y le llegarán mis canciones por si solas.
Increible Adrian, un señor.
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