Transvulcania 2015, los senderos de La Palma y sus héroes
5 y media de la mañana, aún de noche, y 1800 corredores empiezan a encender sus linternas frontales en el faro de Fuencaliente, el punto más al sur de La Palma. Media hora después da comienzo la Transvulcania 2015, y todos ellos emprenden un camino de más de 73 kilómetros hasta la meta situada en Los Llanos de Aridane. Un día en que los senderos de la isla se visten de running y acogen a auténticos super-hombres y super-mujeres que suben al cielo.
La salida pone los pelos de punta. Cuando el reloj toca las 6, los runners parten en bloque desde la arena de la playa, en la penumbra, dibujando con sus luces una serpiente que empieza a ascender hacia los volcanes, surcando las lavas aún cortantes del Teneguía (erupción en 1971). Escalofría pensar que esa carrera que da su pistoletazo de salida tiene como punto medio el Roque de los Muchahos, a algo más de 2400 metros de altura. 8000 metros de desnivel acumulado entre los paisajes más increíbles de La Palma.
La isla vive un día grande que la tiñe de fiesta en todos los entornos de la carrera. Los familiares, amigos y aficionados esperan en muchos de los puntos del recorrido para dar ánimos durante toda la jornada, tanto a deportistas de élite como a corredores anónimos, los que realmente hacen que este evento sea especial. Un ambiente que tiene su apogeo en Los Llanos, dónde la ultramaratón toca su fin.
El Roque, ese lugar de La Palma desde dónde uno se eleva sobre las nubes, es solo la antesala de una vertiginosa bajada que vuelve a descender hasta el nivel del mar, zigzagueando hasta el fondo del barranco de Las Angustias, la desembocadura de La Caldera de Taburiente, Parque Nacional y bandera de la naturaleza de la 'isla bonita'. Desde allí quedan ya muy pocos kilómetros, pero hay quien dice que es la subida más dura. Tras horas de descenso toca un sendero casi vertical para volver hasta los algo más de 300 metros de altitud a los que se encuentra el Valle de Aridane, un kilómetro de alfombra roja, la meta y la gloria.
Una auténtica hazaña que termina tras un arco y un cronómetro que Luis Alberto Hernando, ganador por segundo año consecutivo, paró en la brutal marca de 6 horas y 52 minutos, a casi media hora del del segundo clasificado. Un tiempoo que parece extraterrestre, como lo es también el de Emilie Frosberg, que también revalidó su título siendo la única mujer que bajó el crono de 9 horas. A partir de ahí empiezan a llegar a cuentagotas el resto de los corredores de más de 50 países que participan, gente que ha pasado 12 y 13 horas corriendo, incluso a las 9 de la noche después de más de 15 horas de carrera, seguían llegando valientes a la meta.
La Plaza de España de Los Llanos es el lugar de los sentimientos, hasta los más exhaustos consiguen llegar al trote para recibir la medalla de finisher, ese galardón que acredita su logro. Familias enteras que acompañan a su corredor hasta la meta, padres que van con sus hijos de la mano (o en brazos) los metros finales o incluso con su mascota. En definitiva: emoción, la resultante de haber sido capaz de superar la exigente belleza de los escarpados senderos que tiene este rincón del atlántico.
La Transvulcania termina en fiesta, música, cervezas y copas. Un acontecimiento que tiene lugar una vez al año, aunque sus paisajes, sus senderos y sus costas, son inmortales. Cualquier amante de estos caminos puede recorrerlos en cualquier época. Seguramente andando entre los volcanes de Fuencaliente, o visitando los picos que bordean La Caldera, o recorriendo cualquiera de los caminos de la ya famosa 'ruta del bastón' se aprecia realmente la dureza de la carrera.
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