La Abadía de Kylemore, un paseo por la clase alta de Irlanda

Connemara reluce como una de las regiones más auténticas de Iralnda, un paraíso natural en el que se encuentran algunos de los paisajes más impresionantes de la isla esmeralda. Pero no todo son montañas y lagos, la Abadía de Kylemore y su complejo también resaltan como parada fundamental. Un conjunto arquitectónico que es una joya de finales del XIX, actual convento de monjas benedictinas y antiguo y recio internado de mujeres.

Levantándose junto al lago, al lado del Parque Nacional de Connemara y entre uno de los parajes más bellos del condado de Galway, aparecen las torres de la abadía, construída inicialmente como castillo residencial por Mitchel Henry (un famoso político y empresario inglés) en la segunda mitad del siglo XIX. Fue a partir de 1920 cuando empezó a acoger a las monjas benedictinas, funcionando como internado hasta 2010 y ganando tal fama que incluso se rumoreó que Madonna quiso mandar a su hija a estudiar entre sus frios y grises muros. Hoy en día se puede recorrer el interior y observar la decoración que tenía antaño la residencia.



Habitaciones lujosas que hacen imaginar la opulencia de los tiempos en que fue el castillo de vacaciones del empresario inglés se combinan con representaciones de cómo eran las clases o los uniformes del internado. Muestras de la rectitud del centro, pero también de la vida sus adineradas estudiantes, aquí se impartía enseñanza a las hijas de las clases altas de la isla.

La imagen del edificio reflejándose en las oscuras profundidades del lago hace que no extrañe que Kylemore sea también, como toda Irlanda, lugar de leyendas. Una de muchas cuenta que cada 7 años un hermoso caballo blanco emerge de sus aguas y se da un paseo frente a la descomunal abadía. Quizás cabalgando hacia sus amplios jardines. Y es que el territorio del complejo benedictino abarca 10.000 hectáreas e incluye una pequeña iglesia neogótica y un jardín victoriano amurallado que fue construido en tiempos de Mitchel Henry.

La iglesia gótica
La historia del primer propietario de Kylemore también alberga la tragedia. A los 45 años su mujer murió de difteria en Egipto devastando anímicamente a su marido, que la embalsamó y trasladó hasta Connemara, para que descansara en paz entre la frondosa naturaleza que rodea sus terrenos. Henry mandó a construir una pequeña iglesia gótica junto al panteón donde descansa su esposa, y completó así, guiado por el infortunio, el precioso conjunto arquitectónico que se puede visitar hoy en día.



El templo es una auténtica maravilla tanto visto desde el exterior como en el interior, y constituye uno de los mayores atractivos de los que se puede disfrutar en el lugar. Es habitual que en su pequeño y acogedor altar se den conciertos, normalmente grupos corales venidos de todos los rincones de Irlanda ofrecen su música para los visitantes. Están incluidos en el precio de la entrada y ponen la guinda a una visita que parece teletransportar a las historias de Harry Potter y los cuentos de castillos.

Los jardines victorianos
Dice la información sobre Kylemore que el jardín amurallado de Mitchel Henry es el único jardín victoriano construido sobre un pantanal. Lo cierto es que se trata de un lujoso recinto de invernaderos y flores, que sirvió como huerto del monasterio y del internado, y que aloja una pequeña cabaña (antigua residencia de los jardineros) que también se puede visitar y que probablemente sea una de las muestras más fieles de cómo es una casa tradicional irlandesa.



El precio de la entrada son 13€, aunque merece la pena por la riqueza y la amplitud de la visita. Incluye un pequeño mini-bus que lleva hasta los jardines, aunque si hace buen día no está de más hacer el recorrido caminando entre la exhuberante vegetación de un bosque que se cierne sobre la carretera. Kylemore es en definitiva un oasis de arquitectura victoriana y de historia totalmente diferente a lo que podemos encontrar en el resto de la región, una perla que completa a la que probablemente sea la zona más mágica de éste país.