domingo, 5 de abril de 2015

Parque Nacional de Connemara, la joya natural de Irlanda


Al oeste del condado de Galway, en Irlanda, se extiende la región de Connemara. Una de las zonas más auténticas del país, dónde aún se conserva en su máximo exponente la cultura gaélica, y joya natural, que se extiende desde sus costas de playas y acantilados hasta las más de 2000 hectáreas de Parque Nacional. Una red de senderos que escala la montañosa orografia de la zona y que deja a su paso vistas espectaculares de un área eminentemente rural.

Desde 1980 los terrenos totalmente vírgenes que rodean el pico de Diamond Hill forman parte de este Parque Nacional con casi 9 kilómetros de rutas a pie entre sus paisajes de postal. Llanuras rocosas y cordilleras en las que la huella del ser humano solo está presente en los pequeños cercados que delimitan las zonas de pasto para ovejas, caballos, vacas y ponis (Connemara además cuenta con una especie endémica de estos pequeños equinos). 



Los caminos, 4 rutas (azul, roja, amarilla y verde -mapa aquí-) que van desde los 20 minutos hasta las casi tres horas de duración, circulan por distintos atractivos dentro de la zona. Se inician todos en el centro de visitantes y abren paso hacia la naturaleza salvaje y la posibilidad de perderse en lo más profundo de este país, sus llanuras y sus pequeñas cordilleras (pequeñas, porque hay que recordar que el punto más alto de Irlanda apenas supera los 1000 metros).

El momento cumbre de la vista al parque se encuentra precisamente al ascender a la montaña (sendero rojo), una ruta escarpada y ardua de algo menos de 4 kilómetros que deja bajo los pies vistas incomparables de toda la región. Desde los vientos que azotan su punto más alto se puede ver en 360º una panorámica que abarca todo este corazón del oeste y su costa. Un paisaje sin ciudades, verde y marrón salpicado de granjas y lagos. Uno de esos lugares que hace sentirse pequeño ante la exuberancia de la naturaleza y la orografía, que hace entender por qué insiste tanto Irlanda en tener el campo y su ambiente como símbolo.




Si la subida es dura, la bajada es suave. Con la cima haciendo de pantalla desaparece el viento, se camina por un sendero estrecho que pasa junto a lagos y rebaños de ovejas que pastan completamente libres, sin inmutarse por el transcurrir de los caminantes. Merece la pena recrearse en la ruta, 'escuchando' el silencio de un paraje en el que por momentos no hay a la vista casas, carreteras, postes de luz, ninguna muestra de civilización. Tan solo suena el viento, los pájaros y el ganado.

El camino circular que sube y baja Diamond Hill parte desde el sendero azul, que recorre 3 kilómetros por una zona mucho más llana, pasando junto a las zonas de pasto de los animales que habitan en la región, y que concluye junto al centro de visitantes en un pequeño bosque dónde resuena el canto de las distintas especies de pájaros por las que también es famosa Connemara. El sendero amarillo, que circunda durante kilómetro y medio por este bosque es la mejor opción para escuchar este sonar. Especialmente es visible son los pinzones (foto) y el petirrojo, un pequeño compañero presente en casi cualquier viaje en Irlanda.




Junto al discreto centro de visitantes, dónde hay una cafetería y una zona recreativa con mesas en el interior y exterior dónde descansar y reponer fuerzas junto a la naturaleza, parte también el sendero más pequeño. Una ruta circular de apenas 500 metros que permite observar la frondosidad de Ellis Wood, un pequeño bosque de altas copas y pequeñas cascadas desde dónde si se observan ya los pocos tejados de la aldea de Letterfrack, el diminuto pueblo en que se encuentra la entrada a la zona protegida como Parque Nacional.

Para el que le guste caminar, se pueden hacer todos los senderos en una mañana, aunque es epecialmente imprescindible el que sube hasta la cima de la montaña. Para algunos esta visita será 'solo' una extensión de tierra y arbustos salpicada de lagos, pero las vistas que se ofrecen cuando se camina hacia lo alto son únicas. Pocos o ningún sitio en el condado de Galway ofrecen la posibilidad de verlo así.



El Parque Nacional de Connemara es en definitiva un lugar dónde entender el significado de la tranquilidad, uno más en un país que, especialmente en su costa oeste, vive a un ritmo diferente. Un enclave dónde ver como, a pesar del duro clima que azota sus montañas, brota la fauna y la flora. Incluso si se tiene suerte se pueden avistar también ciervos, que corren salvajes tanto en el parque como en los bosques de alrededor. Es el corazón de kilómetros y kilómetros de belleza rural, de joyas naturales de la Irlanda más auténtica.

CÓMO LLEGAR
La forma más sencilla de llegar para visitar el parque es hacerlo con alguno de los tours que parten desde la ciudad de Galway y hacen parada durante unas horas en la zona. Sin embargo, si se quiere recorrer los senderos con tranquilidad, especialmente para poder subir hasta Diamond Hill, lo mejor es hacerlo por libre viajando a Letterfrack. La empresa CityLink tiene 3 frecuencias diarias hasta el pueblo, dónde hay varios restaurantes y alojamientos. Para ir en coche basta seguir al norte desde Cliffden por la N59.

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