La Catedral de Lisboa, el gran templo de la Alfama
Si hay una iglesia 'de barrio' en Lisboa es, curiosamente, su catedral. Situada en medio de la Alfama, ese vecindario que parece recoger el espíritu más profundo de la capital lusa, que se encarama entre callejones destartalados y escaleras sinuosas por las laderas de la ciudad. Un templo románico que data del siglo XII y que, sin ser el más esplendoroso de una capital repleta de opulentas iglesias, es el más importante.
La fachada o el patio del Monasterio de Jerónimos, en el monumental barrio de Belém, puede que parezcan más grandiosos, pero su historia y su espíritu son diferentes a los que se guardan en los toscos muros de la conocida como 'La Sé'. Su figura aparece casi por sorpresa entre los callejones de este barrio excepcional. El tranvía 28, seguramente el más famoso de la ciudad, hace parada justo en su puerta antes de seguir bordeando cimas repletas de fados y de esa melancolía patrimonio de Portugal y especialmente de Lisboa.
Más de 800 años lleva erigiéndose allí, aunque el gran terremoto que sufrió la ciudad en 1755 destruyó varias partes de la iglesia original. Su estilo exterior deja patente, más allá de las reformas, que es uno de los lugares con más pasado de la ciudad, y su interior lo confirma: en el claustro se hallan ruinas romanas y árabes. Y es que siempre ha sido lugar de culto, pues aquí se levantó la antigua mezquita en los tiempos de dominio árabe en la península ibérica.
Lugar de paso por excelencia, atrincherada entre casas y calles, parece imposible cogerla completa para fotografiarla. Sin embargo, una vez dentro la sensación contrasta con la sobriedad y las estrechuras que hay fuera. Fruto en gran parte de la intensa remodelación llevada a cabo a principios del siglo XX, aparece una inmensa nave de piedra, de techos altos y una iluminación (llegada desde sus grandes ventanales ciruclares) que parece transportar a la época medieval en que se levantaron sus piedras por primera vez.
Se cuenta que en su pila bautismal fue bautizado San Antonio, además aquí están enterradas figuras del pasado de Portugal, como el rey Alfonso IV y su mujer, y se hallan algunas reliquias de San Vicente, patrón de la ciudad. Una historia que rebosa por cada rincón del recinto sacro, que incluye también el claustro del siglo XIV y sus pasillos de claro estilo gótico desde los que observar las ruinas más antiguas.
La catedral sirve como pretexto para ir más allá, para seguir subiendo las calles de la Alfama buscando sus dos torres como símbolo, o sencillamente acompañar su visita con un té, una comida, o una introducción más profunda a la cultura lisboeta en alguno de los muchos locales de fado que se extienden a su alrededor. En muchos de ellos seguramente cantándole a ese romanticismo indescriptible que rezuma en las aceras de este barrio, y también, por qué no, las paredes de 'La Sé'.
Horario y precio: La entrada a la catedral es gratuita y se puede acceder de 9:00 a 19:00 | El claustro tiene una entrada de 2,50€ y abre a partir de las 10:00 (los domingos a partir de las 14:00).
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