miércoles, 11 de junio de 2014

Fuengirola, playa y comodidad en medio del macroturismo


Fuengirola no es una playa paradisiaca, ni tampoco una ciudad arquitectónicamente bien cuidada. Fruto de la masificación descontrolada que inunda la Costa del Sol no puede vender las riquezas naturales y paisajísticas de otros destinos veraniegos, sin embargo, eso no impide que su producto esté bien trabajado. La comodidad es la bandera de una línea costera en la que todo está al alcance de la mano y en la que se respira relax a pesar de su gran masa turística. Diseñada para no pensar, para olvidarse de las preocupaciones y dedicarse en cuerpo y alma a ser un turista.

Centros comerciales, bares, restaurantes de todos los países, sabores, y estilos posibles; chiringuitos, zoo, rastro, parque de atracciones. Fuengirola es un parque temático del turismo consumible, del ocio absoluto, de la necesidad de desconectar de las preocupaciones. Una ciudad estrecha y alargada, que rige su vida en torno a los kilómetros de un gigantesco paseo marítimo, más de 7 kilómetros que práticamente la unen con Benalmádena y Torremolinos, por el que pasear a cualquier hora del día resulta interesante. A un lado las torres de apartamentos y los edificios, al otro tanta distancia de playa como de paseo.

Una barca en una de las playas de Fuengirola | Iru Pérez
Palmeras junto al puerto de Fuengirola | Iru Pérez

Precisamente la playa y el sol son el principal atractivo, o al menos la principal razón para viajar aquí. Kilómetros de costa de fina arena amarilla oscura y un agua que, aunque no puede presumir de cristalina, goza de una calma que permite adentrarse sin problemas y de una temperatura fresca (sorprendentemente fresca incluso si se tienen en cuenta los tópicos del mediterráneo). Sus costas destacan también por la seguridad, o al menos esa es la sensación que ofrece, alejada de los problemas conocidos en otras playas españolas se vende como un lugar ideal para el turismo familiar.

Que ver
Fuengirola es quizás una ciudad más para hacer que para ver, pero eso no evita que haya rincones que merece la pena visitar. La iglesia de Nuestra señora del Carmen, también conocida como "la parroquia del parque" evoca el carácter más andaluz de la arquitectura, con su blanco impecable y sus detalles dorados. Además las calles traseras que se ubican al norte del puerto guardan también el encanto de Andalucía, con callejones cubiertos de flores y rincones realmente bonitos, un lugar dónde tanto de día como de noche el ambiente de bares, cerveza y tapas típicas es permanente.

Otros lugares dignos de una visita son: El castillo, único vestigio de patrimonio histórico de la ciudad, cuya construcción se remonta varios siglos en el tiempo y desde el que se ofrecen unas magníficas vistas de la ciudad y la costa; el puerto deportivo, en el que sus hileras de botes y yates están acompañadas por un paseo con diferentes terrazas y restaurantes dónde disfrutar de una copa o una comida al lado del mar; o los monumentos del paseo, entre los que se encuentra un memorial al futbolista Juanito (natural de la ciudad), o a la antigua peseta.

Una calle de Fuengirola | Iru Pérez
Monumento a la peseta en el paseo marítimo de Fuengirola
Capilla en honor a la virgen de Fátima en Fuengirola

En definitiva Fuengirola no deja de tener las luces y sombras que se han derivado de la masificación de la Costa del Sol, sin embargo, su producto turístico bien cuidado, unido a los vestigios de autenticidad que mantiene la ciudad y a las excursiones cercanas a lugares como Mijas (Maravilla rural de la provincia comentada en post anteriores), hacen que para quien quiere disfrutar de las comodidades del sol y la playa merezca, y mucho, la pena. Si se busca un destino cómodo con todo tipo de atracciones para vivir en familia Fuengirola no decepcionará.

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