Autopista militar de Georgia, entre castillos centenarios y montañas de 5.000 metros
Mirador de Jvari | Sergio Álvarez |
Hemos tenido el placer de poder desplazarnos a Georgia y
Armenia por una semana, países aún desconocidos en Europa pero con un potencial
turístico tremendo. Por el momento, nos siguen ofreciendo una experiencia
auténtica y sin adulterar, el verdadero Cáucaso. No es Europa, no es Asia y no es Oriente
Medio: es una zona especial que no podemos clasificar fácilmente, pero que nos
atrapará sin remedio gracias a su increíble riqueza cultural y paisajística, y
sus gentes.
En este primer artículo nos vamos a recorrer la llamada
autopista militar de Georgia. Aunque su nombre evoca un pasado turbulento – sin
equivocarse, pues ha sido la puerta de entrada al Cáucaso de muchos invasores –
es una ruta excelente para descubrir algunos de los paisajes más impresionantes
de Georgia. La carretera hoy comunica Tbilisi con Vladikavkaz en Rusia, y su
construcción comenzó en 1799 a las órdenes del Tzar ruso Alejandro I.
A los pies del embalse de Zhinvali
Arrancamos en Tbilisi, y salimos de la adormecida ciudad
rumbo a la montaña. Nuestra primera parada es el gigantesco embalse de
Zhinvali, la mayor reserva acuática de Georgia, embutida entre montañas cubiertas
de densos bosques. Al parecer, la gigantesca presa fue construida durante tiempos
soviéticos, y sigue siendo la principal fuente de energía para la capital del
país, que se encuentra a apenas 40 km de distancia.
Ananuri, inmóvil ante el paso del tiempo
Ya casi dejando atrás el embalse llegamos a la fortaleza de
Ananuri, cuyos orígenes datan del Siglo XIII. Construida por la dinastía de
Aragvi, ha sido testigo de numerosas batallas e incendios. Fue completamente
restaurada en 2007. El lugar donde esta fortaleza se enmarca es incomparable,
con el embalse a sus pies, en una estampa de postal. Es obligatoria la visita a
la Iglesia de la Virgen en el interior de la fortaleza, que aún conserva
algunos frescos.
Fortaleza de Ananuri | Sergio Álvarez |
Paisajes arrebatadores en el paso de Jvari
El firme de la carretera empeora y comenzamos un ascenso
vertiginoso, pasando junto a la estación de ski de Gudauri. Poco antes de
llegar al paso de Jvari (2.379 metros), nos recreamos en el paisaje desde un
anacrónico mirador de origen soviético, cuajado de murales exaltando al “proletariat”.
Las vistas del macizo de Kazbegi son impresionantes, e incluso en pleno agosto
es recomendable llevar ropa de abrigo: está fresco y el viento aúlla sin parar.
Gergeti Sameba, la iglesia con mejores vistas del mundo
Tras pasar al otro lado del valle, seguimos el curso del río
Terek. Es entonces cuando llegamos al pequeño pueblo de Stepansmida, apenas a
14 kilómetros de la frontera con Rusia. Es hora de calzarse las botas, ya que
nos espera un trekking de una hora para llegar a Gergeti Sameba, posiblemente
la iglesia con mejores vistas del mundo. La subida es intensa, y la altitud
hace mella en nuestro organismo, ¡estamos a más de 2.000 metros de altura y hay
poco oxígeno!
Vistas desde la iglesia de Gergeti Sameba | Sergio Álvarez |
El esfuerzo se recompensa con creces al admirar la aislada
iglesia, sobre un fondo de montañas que superan en algunos casos los 5.000
metros. En un día de invierno despejado, con el macizo nevado es posible hacer
fotografías dignas del Traveller Photo
Contest de National Geographic, sin esfuerzo alguno. Tal es la belleza natural
de la montaña georgiana, que en ocasiones juega con nuestros sentidos y nos
hace pensar que estamos en los Alpes suizos.
Tras una visita al faro de fe de Gergeti Sameba, en el que
se ofician misas regularmente, es hora de hacer el camino inverso de vuelta
Tbilisi, recreándonos en los juegos de luz del atardecer. Cargamos las pilas y
volveremos a la carga…
Equiparse adecuadamente en aventuras veraniegas es esencial. Desde protección solar hasta hidratación y calzado cómodo, estar preparado garantiza disfrutar al máximo de cada experiencia bajo el sol.
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